¿Estás realizando un uso óptimo del papel?

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Del mismo modo que seleccionamos en nuestra impresora la calidad que queremos en función de nuestras necesidades, es importante que el papel suministrado vaya en concordancia. No en vano, el papel es la base sobre la que se produce la impresión, y si esta no tiene la calidad esperada toda la impresión falla.

Por lo general todos utilizamos de forma mayoritaria papel tipo A4 o A3, pero debemos tener en cuenta que lo importante no es tanto el tamaño, sino la calidad y la textura de la base sobre la que vamos a imprimir.

Si por ejemplo apostamos por un papel normal de bajo gramaje nos encontraremos con láminas muy delgadas que pueden no absorber toda la tinta proyectada por una impresora y obtener un mal resultado final. Debemos buscar siempre que tenga como mínimo un peso de 80 gramos por metro cuadrado, ya que eso nos asegurará que tiene una consistencia aceptable y que aguantará perfectamente los procesos de impresión sin curvarse ni arrugarse y que aguantará bien la tinta.

También debemos tener en cuenta que, aunque el papel reciclado puede ser una opción interesante para ahorrar y para reducir la huella de carbono de nuestra empresa, debemos utilizarlo con cuidado, siendo conscientes en todo momento de sus limitaciones. Los acabados que se consiguen no son adecuados para un trabajo final destinado a cliente y resisten peor el paso del tiempo, por lo que solo deberíamos utilizarlo en documentos internos.

Otro papel que se utiliza para maximizar la calidad de las imágenes y fotos que imprimimos es el papel fotográfico, que está destinado a un uso muy concreto. Al ser el tipo de papel más caro de los tres, debemos limitar su uso a aquellos casos en los que su uso sea totalmente imprescindible. Aquí también es importante tener en cuenta la opacidad mínima necesaria para una impresión correcta; que no podamos ver a través del papel es una señal de que estamos ante un material de calidad; de lo contrario la tinta podría atravesarlo y no obtendríamos la calidad esperada.También debemos valorar si preferimos papel fotográfico mate o satinado (con brillo), y en este caso revisar el nivel brillo que presenta y que en ningún caso debe ser inferior a 90 sobre 100.

En cuanto a los formatos de papel, aunque el A4 es el gran dominador de la impresión profesional en determinados entornos también se trabaja con formatos como el A3 o el A5, que tienen dimensiones diferentes, en función del resultado que buscamos. Lo primero que debemos tener claro es que nuestra impresora es compatible con ellos, ya que de lo contrario tendremos problemas que pueden ir desde un simple atasco hasta sobreesfuerzos en los rodillos de la impresora que acaben en una rotura o avería. Por otro lado, también debemos buscar ese grosor mínimo que nos asegure que el papel podrá absorber bien la tinta y acomodar la impresión.

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