El tipo de papel es básico para lograr una impresión de calidad
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El papel es la base sobre la que se produce la impresión, y si esta no tiene la calidad esperada toda la impresión falla; esta es la razón por la que debemos preguntarnos si estamos realizando un uso óptimo del papel. Del mismo modo que seleccionamos en la impresora la calidad que queremos, es importante que el papel vaya en concordancia.
Cuando hablamos de imprimir pensamos en los muchos modelos de impresoras que existen, en las diferentes tecnologías que utilizan, y normalmente también en los consumibles que necesitan y en el precio de los mismos, elementos que son fundamentales para hacer una buena compra, pero descuidamos uno que resulta clave: el papel.
Por lo general todos utilizamos de forma mayoritaria papel tipo A4 o A3, pero debemos tener en cuenta que lo importante no es tanto el tamaño, sino la calidad y la textura de la base sobre la que vamos a imprimir. Y es que, un soporte no adecuado implica problemas con la tinta o el tóner, mala legibilidad, fotos con tramas y, en términos generales, resultados muy por debajo de lo que una impresora moderna puede ofrecer. Según HP, estos son los problemas que puede producir un papel inadecuado o de mala calidad:
--El papel de mala calidad tiene normalmente un gramaje muy bajo, por lo que resulta demasiado delgado y puede causar problemas de enrollado u ondulado en las labores de impresión que acaben interrumpiendo el flujo de trabajo y faciliten los atascos de papel.
--Las sombras en los caracteres impresos también son un problema habitual, ya que un papel de mala calidad no absorbe adecuadamente la tinta o el tóner. En algunos casos extremos, muy poco frecuentas, el papel puede llegar a no absorber en absoluto la impresión que se aplica sobre él, lo que deriva en un papel que no muestra una impresión sino solamente un manchado de tinta.
--Si el papel no tiene una rigidez mínima no se mantendrá estable durante el proceso de impresión, lo que puede provocar que la imagen o el texto salgan torcidos.
--También es posible que por la mala absorción aparezcan colores poco realistas y poco precisos que no consigan reflejar adecuadamente lo que queríamos imprimir.
--Un papel de mala calidad puede mostrar caracteres distorsionados, bordes o texto incompleto, colores claros, apagados y/o descoloridos, zonas poco claras o borrosas y manchas y sombras en la impresión, debido a una absorción deficiente del tóner o de la tinta.
Del mismo modo que seleccionamos en nuestra impresora la calidad que queremos en función de nuestras necesidades, es importante que el papel suministrado vaya en concordancia. Aunque el A4 es el gran dominador de la impresión profesional en determinados entornos, también se trabaja con formatos como el A3 o el A5. Algo similar ocurre con el gramaje, que debe ir en consonancia con el resultado que buscamos.
Lo primero que debemos tener claro es que nuestra impresora es compatible con ellos, ya que de lo contrario tendremos problemas que pueden ir desde un simple atasco hasta sobreesfuerzos en los rodillos de la impresora que acaben en una rotura o avería, así que mucho cuidado. Por otro lado también debemos buscar ese grosor mínimo que nos asegure que el papel podrá absorber bien la tinta y acomodar la impresión.
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